“Si no son los peldaños es el ala
que te despierta y que te grita: ¡sube!… ¡sube sin timidez,
no te abandones; si te asusta volar, hay escalones!”
Pedro B. Palacios, Almafuerte

jueves, 14 de octubre de 2010

Información

Por cuestiones reglamentarias se suspenden las entradas de este blog a partir del día 12/10/10
Gracias.

martes, 5 de octubre de 2010

Aprender a participar... participando




Cada año los chicos nos sorprenden con su manera de participar. Porque no solo demuestran sus capacidades con los resultados que obtienen en los distintos ámbitos en los que participan (ONU, Olimpíadas, Torneos deportivos…), sino que también nos dan muestras de que cuando algo les interesa, son capaces de proponer, trabajar y lograr sus objetivos. Por supuesto que en el hacer se equivocan, pero en ese hacer aprenden, y ganan en experiencia y en reconocimiento.

En su ARTÍCULO 122, la Ley Nacional de Educación define: La institución educativa es la unidad pedagógica del sistema responsable de los procesos de enseñanza-aprendizaje destinados al logro de los objetivos establecidos por esta ley. Para ello, favorece y articula la participación de los distintos actores que constituyen la comunidad educativa: directivos, docentes, padres, madres y/o tutores/as, alumnos/as, ex alumnos/as, personal administrativo y auxiliar de la docencia, profesionales de los equipos de apoyo que garantizan el carácter integral de la educación, cooperadoras escolares y otras organizaciones vinculadas a la institución.

Pensar la participación como aprendizaje nos ubica en la institución de una manera diferente, intentamos despojarnos de la idea de permitir la participación solo en los procesos de ejecución de los proyectos, excluyendo a los chicos de su planificación y evaluación. La participación real ocurre cuando los miembros de una institución o grupo, a través de sus acciones inciden efectivamente en todos los procesos de la vida institucional y en la naturaleza de las decisiones. Por eso, adultos y chicos, podemos pensar acciones conjuntas. Es responsabilidad de los adultos promover y acompañar a los chicos con estos aprendizajes, señalar objetivos comunes, abrir los horizontes de un nuevo modo de enseñar y aprender.

La escuela debe ser ese espacio privilegiado donde se amplíen las posibilidades de desarrollo y se levanten los cimientos de vínculos sociales realmente solidarios. Porque el desafío es persistir en transformar la experiencia de cada uno en una experiencia de aprendizaje colectivo, que nos permita un cambio más allá de lo instrumental, a largo plazo, y que construya desde la escuela el mundo que todos deseamos.