“Si no son los peldaños es el ala
que te despierta y que te grita: ¡sube!… ¡sube sin timidez,
no te abandones; si te asusta volar, hay escalones!”
Pedro B. Palacios, Almafuerte

martes, 17 de agosto de 2010

17 de Agosto



RECORDAR A San Martín nos obliga a situarnos en ese territorio provinciano, en Yapeyú, hoy provincia de Corrientes, Argentina, el 25 de febrero de 1778.Y a imaginarnos a ese joven, criado en España, que a su regreso se compromete en la gesta heroica de la Independencia.

¿Qué lo llevó a luchar por la libertad, en tierras donde solo existían incertidumbres, pobreza, confusión, desgarramientos? ¿Por qué decidió aventurarse en una travesía inversa a la que hoy muchos realizan, dejando la comodidad de un porvenir sin sobresaltos, para fundar patrias, contra viento y marea?

¿Qué es entonces lo que nos convoca anualmente, lo que nos reúne y por unos breves momentos puede hacernos superar lo que nos divide, y nos mueve a pensar en su heroica figura?

Sencilla, pero eficazmente, un poderoso mensaje de que lalibertad republicana es un bien que debemos revitalizar con nuestra conducta personal y ciudadana; proteger con un cuidadoso ejercicio de la nuestra y un sincero respeto por la del prójimo, y exaltar no sólo con palabras sino con acciones justas ennoblecidas por el desinterés y el sacrificio.

"Si somos libres, todo nos sobra", dijo.

SAN MARTIN creyó en la igualdad humana, y obró en consecuencia; proclamó la Causa de América, y por ella batalló por una década; fundó bibliotecas, y con ello impulsó al pueblo a que se ilustrara con el fin de que ejerciera cada vez mejor sus derechos y asumiera con mayor eficacia sus responsabilidades.

"Para defender la libertad se necesitan ciudadanos, no de café, sino de instrucción y elevación moral", dijo.
Y si nunca desenvainó su sable en las luchas entre hermanos, jamás lo dejó en su vaina cuando se trató de defender al oprimido, establecer una justicia para todos y defender el honor de esta América por cuya libertad y unión tanto talento ofreció, y de la cual --con serenidad conmovedora-- se alejó para no ser fuente de discordia.

"Al hombre honrado no le es permitido ser indiferente al sentimiento de justicia", dijo.

SAN MARTIN no es un héroe del pasado, no es un patricio sin actualidad, no es solamente una inerte pero bella estatua levantada en incontables pueblos, ciudades y capitales de nuestro país, de las repúblicas hermanas del continente americano y de civilizaciones antiguas y modernas de varios continentes.
El legado del Libertador argentino es actual, su mensaje tiene vigencia constante, su ejemplo puede constituir, y constituye, cotidiana vivencia. La vida de SAN MARTIN instaura, por tanto, un modelo de conducta pública y privada al alcance de todos --gobernados y gobernantes-- que se puede imitar sin temores y se debe difundir sin arrogancia. Intentemos hoy entonces conocer un poco más de él y honrar en su figura los valores que siempre defendió para nuestra Patria.

Un antiguo filósofo dijo: " la reputación de un hombre se funda en hablar bien y obrar mejor...".
Aplicado hoy este concepto a SAN MARTIN, podríamos decir que expresó acertadamente su visión histórica sobre las necesidades y el futuro de América, y que su obrar convirtió esa visión en realidad.

Dos grandes ideas guiaron toda la vida de San Martín: INDEPENDENCIA y REPÚBLICA. La LIBERTAD, como ideal que representa para todo ser humano, y la REPÚBLICA, por la vía de las instituciones garantizadas en la Constitución Nacional destinadas a consagrar la dignidad humana del hombre americano, sus derechos civiles y políticos, y sus responsabilidades sociales y comunitarias.
Su memoria nos habla de una vida serena, no obstante los sinsabores que la guerra le impuso; su conducta nos revela un honorable soldado y un sobrio ciudadano, actividades en las que dividió por igual su vida adulta, y su legado nos convoca a defender valores muy preciados del hombre en sociedad: el ejercicio responsable de la libertad individual y la defensa permanente del más adecuado concepto de independencia en un mundo cada vez más interdependiente.
Todo esto --y no otra cosa-- es lo que nos congrega ante su imagen, para agradecerle no sólo la independencia nacional que exitosamente urgió y consolidó, sino también para imitar su desprendimiento y generosidad, su valor y su tolerancia, su limitado ejercicio del poder político y su republicana sencillez de vida.

Pensando en un futuro del que todos y cada uno de nosotros nos sintamos responsables, tal vez podamos entonces siquiera comenzar a imaginar un país como aquel que soñó San Martín, y empezar a construirlo.

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