“Si no son los peldaños es el ala
que te despierta y que te grita: ¡sube!… ¡sube sin timidez,
no te abandones; si te asusta volar, hay escalones!”
Pedro B. Palacios, Almafuerte

martes, 11 de mayo de 2010

Pensar el Bicentenario desde la Escuela








El Bicentenario no es sólo un hecho histórico. Es un acontecimiento que nos mueve a pensar, a pensar juntos, como práctica de una comunidad que intenta recuperar la construcción histórica que le dio origen. Y también para pensar los modos de seguir construyendo la historia.

Este mes se cumplen 200 años de la Revolución con que se inició nuestro camino como Nación. Dicen que todo comenzó una mañana fría y lluviosa de otoño con el pueblo reunido en la actual Plaza de Mayo y unos cuantos hombres jurando en el Cabildo. Anécdotas, mitos, gestos, lluvia, postales de una memoria construida y reconstruida a través de los años. Casi doscientos años han pasado. ¿Qué se dijo ese día? ¿De qué hablaron los patriotas? ¿Cuáles fueron sus miedos, sus seguridades, sus enfrentamientos?

Imaginemos un escenario: los criollos, reunidos en la Plaza de Mayo, gritan, en busca de noticias, "el pueblo quiere saber de que se trata". Este día se depone al virrey y se instaura un gobierno provisional, la Primera Junta de Gobierno, que actuaba en nombre de Fernando VII. Los cabildantes reconocen la autoridad de la Junta Revolucionaria y así se forma el Primer Gobierno Patrio.

Una cosa se instala en el nacimiento de la patria: la idea de deliberación, de discusión, de debate como forma inicial y fundante de construcción del poder. Si pudiéramos imaginar lo que significaron para los habitantes del Buenos Aires Colonial esas noches de discusión compartida, esos encarnecidos debates ideológicos, si pudiéramos recuperar la encendida pasión del compromiso, tal vez esa historia comenzada hace dos siglos sería más nuestra.

La historia recorre nuestra vida. Ser en el mundo implica pertenecer a “una” historia: somos parte de la historia. Construimos la historia con nuestro propio existir, como construyeron la historia cada uno de los protagonistas de las generaciones pasadas. Entonces, querer saber de qué se trata es reconocer que tenemos algo que averiguar de nosotros, de lo que fuimos y lo que somos.

El 25 de mayo es una de las fechas que nos invita a analizar los hechos de manera crítica nos permite analizar el pasado como una puerta a la explicación del presente.

Sentirse parte de la historia de un país, de su vida, de sus costumbres y sus tradiciones, fortalece el sentido de identidad, permite profundizar los valores propios de cada cultura, y comprender las transformaciones que se producen en tiempos donde la globalización parece diluir lo propiamente nacional. Desde este reconocimiento entonces se podrán respetar también otras historias, otros pasados, otros recorridos.

Durante mucho tiempo la sociedad argentina vivió la imposibilidad de hablar, explicar y reconstruir su historia. La nuestra es una sociedad que tiene dolor, huecos, vínculos rotos. Y si podemos identificar ese pasado, hablar de él, repensarlo desde sus múltiples causas y desde la compleja trama de relaciones que lo fueron moldeando, estaremos realmente empezando a construir un futuro para todos.

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